lunes, 27 de julio de 2009

La juventud como Valor

Un ex compañero de Post Grado, ingeniero comercial de profesión y dueño de una agencia de Marketing, acostumbraba a amenizar las clases con chistosos comentarios. Una vez dejó a todos riendo a mandíbula batiente cuando mencionó -ya no me acuerdo a pito de qué- que " no hay mujer fea, sino hombres pobres". A las mujeres presentes nos pareció un comentario deprimente, aunque debo reconocer intrigante.

Me acordé de él luego de enterarme que la BBC de Londres cambió a varias presentadoras maduritas por más jóvenes, lo que nos lleva a preguntarnos por qué para las mujeres la juventud es un valor y a veces el más importante??? ¿Por qué aceptamos las canas de los varones como sinónimo de madurez, sapiencia, mientras que a las mujeres nos condenan por viejas?
Así las cosas, durante el cóctel de inauguración del año académico del Post Grado derechamente le pedí a mi ex compañero de curso que argumentara respecto de la fealdad y vejez femenina y se explayó en un blablabla sobre la invisibilidad de las mayores de 35 (como si nos convirtiéramos en invisibles), y al final remató que el hombre no sufre los rigores de los años porque tiene una solución barata para sus problemas de autoestima: el Viagra. "Mira, no sé mucho de mujeres, pero he pensado en como las afecta el paso del tiempo, la vejez y los cabros chicos... y esta es la cirugía. Porque si quieres el poto de la Blanquita Nieves lo pagas; si quieres tener una cintura de quince, lo pagas también..." O sea que -interrumpí- "tal como tú dices, en esta sociedad no hay mujeres feas, solo hombres pobres..."
Más allá de quien pone las lucas para la operación, (en realidad conozco decenas de mujeres que se han endeudado hasta con la tarjeta de supermercado para reducir sus guatas con bisturí, y entre ellas hay desde cerebros de hormiga a doctoras en alguna disciplina científica), el sólo pensar que para muchos existimos sólo mientras nos vemos bien es para pensar que "no hay mujeres feas, sino hombres ciegos". Por mi parte, me sumo al grupo de más de dos mil ingleses que reclamó ante la BBC.

Mi marido, un cacho

Estoy casada y feliz, por lo que de "cacho" no le viene a mi marido -hasta el momento.... Pero si le cae de perillas al ex de una amiga, quien con alegría (no sé si fingida, vaya a saber uno ) me cuenta en medio de los sorbos de la caipirinha del aperitivo del asado que "al fin me deshice del cacho de mi marido". Casi sin respirar y mientras yo trataba de recordar si este ex era el mismo prometedor ingeniero, de buena familia y grandes ambiciones con el cual se casó hace dos décadas, Verónica me cuenta que "me cansé de cargar con ese vago. Lo mantuve durante seis años así que afortunadamente se fue de mi vida....".
La verdad es que no esperaba un juicio tan duro de Verónica, pero me relata variadas historias del cachito. Que mientras ella se mataba trabajando y cuidando a las niñas, el sujeto creía que tenía que trabajar sólo para él y se daba unos gustos de soltero, que !ni te cuento!, que salía los jueves con sus amigos, que el sábado iba a la liga de no se qué colonia y seguía a la Selección a todas partes, sin importar que el colegio del mes no estuviera pagado. Nos reimos mientras Lorena interrumpe para decir que seguramente era tan flojo como su ex, quien estaba convencido que los fines de semana eran para atendido como un sultán. Con curiosidad pregunto a Verónica que pasó con su ex y me cuenta con un gesto de alivio que se volvió a casar y tiene una guagua nueva. "Afortunadamente para mí, con una mina más joven, para que lo mantenga", jaja.